La primera edición fue publicada por la editorial El
Conejo en el año 2007. A más de la novela histórica, tiene dos anexos
históricos y varias páginas gráficas con mapas, naves, banderas, retratos y
fortines de la época y del lugar.
Literariamente la obra posee un valor singular, por las
siguientes razones:
·
Está
escrita en primera persona, en el español de la América de finales del siglo
XVII, que, como se sabe, no llega a ser tan antiguo como el de Cervantes o el
del Mio Cid. El texto conserva las construcciones, giros y expresiones propias
de la colonia, que se aclaran en nota al pie cuando su comprensión presenta
alguna dificultad para el lector medio. Gracias a ello su lectura resulta
fácil, fluida, amena y grata, y despierta en seguida un profundo interés por
las raíces de nuestra lengua y por aquellos lejanos días a veces tan olvidados.
·
Para
entonces ya comenzaba a diferenciarse el trato que se daba a las personas en la
península Ibérica, del que se daba en América. Se usaban varias formas: vuestra
merced, voacé, ucé, vos, vusted y el usted, que más tarde se terminará
imponiendo en buena parte del nuevo continente. Todo esto queda reflejado en el
modo de hablar de los personajes de la novela.
·
La
novela tiene dos líneas argumentales paralelas, cada una escrita por dos
personas distintas (un pirata guayaquileño y un armador de barcos), con dos
estilos literarios diferentes. Hasta la puntuación es distinta. El tercer acto
termina como el de la célebre obra shakesperiana, El Mercader de Venecia, en
donde una de las dos historias que configuran el drama, termina anegando a la
otra.
·
Como
suele hacerse con las obras clásicas, la ortografía con la que se ha editado la
novela es la ortografía actual. Únicamente los títulos (incluidas las fechas
del diario) mantienen la ortografía de la época. Consiguientemente, no se crea
que faltan tildes o que por descuido se han cometido gravísimos errores, como
escribir «maio» en vez de «mayo», o «caƒarƒe» en vez de «casarse».
Reseñas más amplias de la obra son las realizadas por
Andrea Castellanos Rodríguez y por Milena A. Ramírez Barreto en Literatura Colonial
Americana. En francés Anonio Borrell también ha hecho su reseña.
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